Ho Chi Minh (anteriormente conocida como Saigón), es la ciudad más poblada de Vietnam con casi 11 millones de habitantes. A pesar de no ser la capital del país (este honor le corresponde a Hanoi), Ho Chi Minh presume de ser el principal centro industrial y económico de la nación. Está ubicada al sur del país, cerca de la costa que da al mar de China.
Pero antes de ser el nombre de una de las ciudades más importantes de Vietnam, «Ho Chi Minh» fue el alias de una persona. Más en concreto de un hombre, que dedicó prácticamente la totalidad de su vida a la liberalización de su país. Conviene hacer un breve repaso a la figura de esta persona antes de relatar mi paso por este lugar.
PRIMEROS PASOS
Nguyễn Sinh Cung (este era su verdadero nombre) nació un 19 de mayo de 1890 en la región de Annam, en el centro de Vietnam, cuando el país se encontraba desde hacía años colonizado por los franceses. De hecho, su padre fue desterrado del país por estar en contra de los regidores galos. Ho Chi Minh es el más conocido de los tantos «alias» que utilizo mientras estuvo en la clandestinidad. En 1912, con tan sólo 22 años, dejaba su país a bordo de un barco que recorrió parte de Asia, África y Europa, trabajando como cocinero. No volvería a pisarlo hasta 28 años después.
Después de una larga estancia en Francia, donde estudió, aprendió francés, trabajó, y se empapó del socialismo y el comunismo, en 1924 se transladó a China con la clara idea de que sólo esos ideales podrían construir la revolución que consiguiera liberar a su país de la colonización. En China fundó la «Juventud Revolucionaria» reclutando entre los exiliados de la «Indochina» a un gran número de voluntarios. Más tarde estos serían la base para la construcción de su «Partido Comunista Indochino» en 1930.
SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Condenado a muerte por las autoridades coloniales francesas, en 1931 huyó a Rusia, donde se refugió y vivió por otra temporada, aumentando su convencimiento de que sería el comunismo lo que liberaría a su país. Finalmente en 1941, en plena segunda guerra mundial, tras 28 años en el exilio, Ho Chi Minh vuelve a su país natal para formar el «Vietminh» (liga para la independencia de Vietnam) y luchar contra los nuevos invasores de su país: los japoneses. Poco antes de terminar la guerra, en 1945 los japoneses cederían y Ho Chi Minh vería como su país conseguía la independencia y se convertía oficialmente en «La República Democrática de Vietnam». Pero poco duraría tal alegría. Al terminar la guerra, donde Japón resultó derrotada, en la «Conferencia de Postdam», los aliados determinaron dividir a Vietnam en dos partes: al norte estaría la República Democrática de Vietnam, y al sur regiría la ocupación británica.
En 1946, los británicos cedieron esa parte de territorio a los franceses, los cuales aprovecharon la coyuntura para no reconocer al nuevo estado independiente del Norte e intentaron por la fuerza recuperar sus antiguas colonias de Indochina.
GUERRA ENTRE EL NORTE Y FRANCIA
En este punto comenzaría una cruenta guerra entre Vietnam del Norte (liderada por Ho Chi Minh, en ese momento primer ministro del país), contra la ocupación francesa. Tras casi 10 años de conflictos, la guerra se decantó del lado vietnamita, lo que obligó a Francia a desistir de Indochina y reconocerla como cuatro estados independientes (Laos, Camboya, Vietnam del Norte y Vietnam del Sur). En 1955 Ho Chi Minh se convertiría en el presidente de la República Democrática de Vietnam, cargo que mantuvo hasta el día de su muerte, el 2 de septiembre de 1969.
LA GUERRA DE VIETNAM
Mientras tanto, en Vietnam del Sur, la dictadura gobernante se tambaleaba debido a la desmedida corrupción y el descontento general de la población. Un grupo comunista revolucionario conocido como el «Vietcong», apoyados por Ho Chi Minh, luchaba contra el régimen dictatorial (apoyado por los Estados Unidos) por la reunificación del país y una Vietnam comunista.
Al ver los Estados Unidos que sus aliados perdían cada batalla contra el «Vietcong», y que cuánta más ayuda económica y diplomática les prestaban más se relajaban estos y seguían dedicándose a sus corruptelas, decidieron intervenir militarmente y utilizar todo su poderío militar contra las fuerzas del Vietcong y Vietnam del Norte, lo que dio como resultado en una perdida masiva de vidas civiles, ya no solo en ambos países de Vietnam, sino también en Laos y Camboya.
A pesar de los incalculables esfuerzos de los Estados Unidos por evitar el avance del Norte y del Vietcong (económicamente hablando, la guerra de Vietnam les costó a los norteamericanos el doble de lo que gastaron durante toda la segunda guerra mundial), tras casi 20 años de conflictos y cruentos combates, en 1975 las fuerzas del Vietcong entraban triunfantes en Saigón (hoy conocida como Ho Chi Minh) expulsando a las restantes tropas estadounidenses, y se hacían con el control total del país. Lamentablemente, el héroe nacional, Ho Chi Minh, murió 6 años antes, a los 79 años, sin poder ver a su amada Vietnam libre y reunificada otra vez.
LA CIUDAD
Para mí, la gigantesca Ho Chi Minh fue una ciudad bastante «intensita» durante los primeros días. Incluso más que Bangkok, que ya es decir. Está bien, es posible que gran parte de la culpa fuera mía al coger el hostal en «Bui Vien«, una de las calles con más ambiente festivo y bullicio de toda la ciudad. Pero utilizaré la ignorancia en mi defensa y diré que cuando llegué a Ho Chi Minh no tenía absolutamente ni idea de lo que me iba a encontrar allí.
Lo que me agobió no fue tanto la asfixiante contaminación atmosférica, que tras un corto periodo de tregua, volvía para taponar mis orificios respiratorios. Tampoco fue las miles y miles de motocicletas (tantas como jamás había visto antes), que circulaban por todas partes a mi alrededor, con peligro de atropello mortal. Lo que me provocó un poco de agobio fue el bullicio de gente. Gente local que allí trabaja, y gente turista que va para pasárselo bien.

La calle de «Bui Vien» está repleta de modernos locales de fiesta y discotecas con la música tan alta que no escuchas ni a tu colega a medio metro enfrente tuyo. Restaurantes y puestos de comida callejera están a la orden del día, además de locales de tatuajes, hostales y cualquier cosa que uno pueda necesitar en una noche de fiesta. Es fácil encontrar grupos de prostitutas en mitad de la calle esperando posibles clientes. Todos y todas, invitándote con una sonrisa en la boca a probar sus productos, o «servicios». Pensándolo ahora a toro pasado, es curioso ver aquel lugar y aquel ambiente, y pensar que todo ello está transcurriendo en un país abiertamente comunista y supuestamente «receloso al turista», o algo de eso había leído yo.
Pero si de verdad hubo algo a lo que terminé temiendo, y que supuso un completo desafío para mi en aquel lugar, fue sin duda alguna los locales de masajes. Grupos de hasta diez jovencísimas y atractivas vietnamitas, que no es que te llamen, es que te agarran literalmente de brazos y tronco, intentando arrastrarte dentro del local para darte «un masaje»… Y allí me tenéis a mi, intentando zafarme de dos (a veces tres y hasta cuatro) atractivas vietnamitas intentando arrastrarme dentro del local. La primera vez que te agarran, sin esperártelo, consigues zafarte medio fácil, y con una sonrisa en la cara y las palabras «sorry, not now«, consigues seguir tu camino, indemne, sin caer en la tentación. ¿Pero qué pasa cuando te toca pasar por allí dos y tres veces por día, durante cuatro días? En una de esas perfectamente te pueden pillar en un momento de sensibilidad y ternura, y oye, uno no es de piedra. TENÍA QUE SALIR DE ALLÍ CUANTO ANTES, o mi cartera se vería seriamente perjudicada.
Al cuarto día encontré otro hostal en otra parte mucho más tranquila de la ciudad, y desde ese momento pude empezar a disfrutar de «la otra Saigón». ¿Y sabéis qué? Me gustó. Tanto es así, que terminé quedándome una semana entera. Y aún así no pude descubrir ni la mitad de aquella gigantesca ciudad, pero sí muchas otras cosas y lugares interesantes que intentaré describiros en la siguiente entrada.
¡Hasta entonces!