Corría el mes de enero de 2019 y ya estaba todo casi preparado para comenzar mi viaje por el sudeste asiático, cuando de pronto, como por arte de magia, surgió la pregunta: ¿y que pasa si tengo un accidente, o un problema con la autoridad, y no puedo hacerme entender con mi nivel básico de inglés?
La respuesta llegó casi tan rápido como surgió la pregunta: aprovéchate de tu condición de europeo, múdate una corta temporada a un país de habla inglesa y ponte las pilas para mejorar todo lo que puedas.
Dicho y hecho, tras un par de meses más de preparativos, en marzo del 2019, sin pensármelo dos veces, tiré de un contacto que había conocido a través de «Coachsurfing» y salía con un objetivo (mejorar mi nivel de inglés) y un par de maletas hacia la ciudad más rica de Europa: Londres.
Mi periplo sobre aquellos seis meses por la isla británica y lo que aprendí con aquella experiencia lo detallaré más adelante en otra entrada. De momento vamos a centrarnos en mis impresiones sobre una ciudad tan importante y trascendental como Londres, la capital de Inglaterra, donde debido a la corta distancia que la separaba de mi lugar de residencia tuve la suerte de visitar en numerosas ocasiones.
Nombrar aquí la lista de todos los edificios, monumentos, plazas y lugares importantes que visitar en Londres sería un empresa complicada por la cantidad de los mismos, por eso pasaré de puntillas sobre muchos de ellos, subiendo algunas fotografías pero sin detenerme demasiado en las definiciones.
Cuesta pasear por el centro de una ciudad como Londres sin que cientos de imágenes evocadas de películas, series, noticieros (aquellos tristes atentados sobre el Puente de Westminster), e incluso libros, acudan a nuestra mente. Londres es, y ha sido, una ciudad trascendental históricamente durante los últimos siglos.
Tan sólo por poner un ejemplo, el primer metro subterráneo del mundo fue precisamente el «Metropolitan Railway» de Londres. Fue inaugurado hace más de un siglo y medio, en el año 1863. No por nada hoy día algunas líneas de metro en Londres son tan antiguas, y sus vagones tan viejos, que hasta produce cierta sensación de inseguridad viajar en ellas.
Y gracias a aquel particular medio de transporte fue que pude visitar, sin arruinarme en el intento, barrios tan dispares y distantes como Camden Town o Whitechapel, el barrio donde «Jack el destripador» sacaba lo peor de sí mismo como ser humano.
No hacen falta demasiadas horas de paseo para darse cuenta de que Londres es una ciudad de gran riqueza económica. En gran parte gracias al reinado de la reina Victoria, y lo que vino a llamarse la «Época Victoriana», Londres pasó de ser una ciudad principalmente agraria y bastante pobre, a convertirse en una potencia industrial y económica en unas pocas décadas.
Y entre paseo y paseo, y aprovechando la oportunidad de que parte de la cultura «todavía» es gratis en la capital inglesa, me dejé caer por el British Museum, el famosísimo Museo Británico de Londres, donde se custodian y exponen (las que les interesan) las maravillas arqueológicas más importantes del mundo, como la archiconocida «Tumba de Tutankamón», por poner un ejemplo.
Entre los resquicios de civilizaciones antiguas (egipcia, griega, romana, maya…) consumí casi toda una tarde entera sin salir de aquel enorme edificio.
Como no podía ser de otra manera, Londres tampoco se salva de la enorme influencia religiosa, en este caso Católica, que durante siglos y siglos ha ido dejando su huella a modo de iglesias, catedrales y otros edificios de enorme belleza.
Como comenté en una anterior entrada sobre Barcelona en la que hablaba sobre la «Sagrada Familia», pocas catedrales me han impresionado tanto hasta el momento como la ya citada, y la Catedral de Saint Paul de Londres.
Hay veces que aunque uno haga por evitar el auge de imágenes sobre Londres que nos vienen a la mente relacionadas con películas o sucesos, nos topamos de frente con lugares en los que es imposible no sentir una pizca de nostalgia al recordar esa escena de la película que vimos con tanta ilusión cuando apenas éramos unos niños.
Más de 23 años han pasado desde que la imaginativa J. K. Rowling publicara su primer libro sobre la saga Harry Potter. Todavía a día de hoy se siguen produciendo enormes colas para hacerse la foto de rigor en la ya mítica Plataforma 9 y 3/4 en la boca de metro de Kings Cross. Impresionante.
Y si tuviera que resumir mis impresiones tras cientos de horas recorriendo la capital inglesa de Londres, yo diría que Londres es una ciudad con mucha personalidad propia. Mires para donde mires te topas con símbolos que son mundialmente reconocidos y te dan una idea clara de la ciudad donde te encuentras: el Big Ben, London Eye, Andén 9 y 3/4, Tower Bridge… Pero ya no son sólo los edificios o lugares, sino todos esos «pequeños» detalles que de igual manera dan el mismo resultado: esas cabinas telefónicas rojas, la guardia real y sus característicos uniformes, los autobuses, el sentido del tráfico en la conducción…
Tengo la sensación de que si cogieran a un ciudadano de cualquier remoto país y con los ojos vendados lo soltaran en medio de cualquier calle de Londres, tan sólo le bastarían unos pocos segundos y un giro de cabeza de 180 grados para reconocer sin problemas la ciudad en la que se encuentra. Y para bien o para mal, no todas las ciudades e incluso capitales del mundo pueden conseguir esto. Londres es, definitivamente, muy particular.