Cuando nos escapamos mi amiga Sandra y yo a Portugal el mes pasado, no me imaginaba que nos fuera a gustar tanto. Ella ya tenía una experiencia previa en el país vecino, que había pasado en Oporto, la cual se convirtió de pleno en una de sus ciudades favoritas.
En mi caso, era «mi primera vez», y posiblemente debido a la «cercanía» y «similitudes» culturales, tenía escasas esperanzas de que Portugal me fuera a impresionar positivamente.
Por suerte no fue así, sino todo lo contrario.
El sur del país, aunque tremendamente masificado turísticamente para mi gusto, nos gustó, pero Lisboa fue otra historia. Lisboa no nos gustó, nos enamoró.
Hasta tal punto digo esa palabra, que Sandra estuvo mandando currículums para mudarse a vivir allí.
Yo no tenía tan claro lo de mudarme, pues el salario medio ronda los 750€ mensuales en un trabajo no cualificado y los alquileres son un poco altos. Pero sí que disfruté hasta el último minuto de nuestros dos días de estancia en la ciudad, y me prometí por supuesto volver lo antes posible para seguir disfrutando de la misma con más tiempo y detenimiento.
Es lo positivo que tiene el ir a un lugar con bajas o nulas pretensiones, ya sea porque no te has dejado influenciar por comentarios personales de otras personas, o simplemente porque no te has creado unas expectativas -normalmente más altas de lo que la realidad tiene para ofrecer- sobre un lugar en concreto.
A muchos les puede resultar curioso comprobar cómo después de haber pasado por ciudades y capitales tan simbólicas y «exóticas» como Nueva Delhi, Londres, Bangkok, Katmandú o Kuala Lumpur, la capital del país vecino, del que muchos creíamos muy similar al nuestro, me haya podido cautivar tanto.
Pero así ha sido, y si continuáis leyendo podréis descubrir el por qué…
BARRIO DE ALFAMA
Seguramente habréis oído hablar de él o incluso hayáis paseado por sus estrechas y acogedoras calles. El barrio de Alfama es el más antiguo de toda la ciudad, con lo que con una rápida visita podemos hacernos una idea de cómo era la antigua Lisboa.
Haciendo una analogía con otra ciudad que me encanta, Barcelona, diría que sería como visitar el barrio gótico de la ciudad Condal.
Si vais bien de tiempo, caminar por las empedradas calles del barrio de Alfama tranquilamente puede llevaros toda una mañana, o tarde, pero la sensación de paz, tranquilidad y originalidad que transmiten aquellas calles merecerán mucho la visita.
RUTA TURÍSTICA EN EL SIMBÓLICO TRANVÍA 28
Los tranvías se han convertido en un símbolo de las ciudades de Lisboa y Oporto en Portugal. Más aún cuando hablamos del ya emblemático «tranvía 28», el típico de color amarillo que pasea por los lugares más turísticos de la ciudad de Lisboa (en este caso).
Por menos de 7€ compramos la tarjeta de transportes «Viva Viagem», con la cual durante todo un día puedes disfrutar de todos los transportes de la ciudad sin límite de veces (tren, tranvía, ferry y metro) y nos dispusimos a darnos un paseo en los míticos tranvías alrededor de los lugares turísticos de Lisboa.
El simple hecho de montarse en este tipo de tranvías es una experiencia. El interior, decorado y construido de madera pulida, te teletransporta mágicamente hasta épocas olvidadas. No hablemos ya del estrepitoso ruido y los saltos que uno da cuando el vetusto transporte se dispone a subir alguna de las empinadísimas cuestas de la ciudad.
Como digo, una experiencia única y que recomiendo en su totalidad.
SANTUARIO NACIONAL DE CRISTO REY
Este es uno de esos lugares que son extremadamente difíciles de explicar para mí.
Tanto es así, que antes de contar mis impresiones personales, os contaré un poco primero el porqué y quien construyó este lugar.
Todo se remonta a casi un siglo atrás, en 1934, cuando el Cardenal de Lisboa, llamado Manuel Gonçalves Cerejeira, retornó de su visita a Brasil, y más en concreto a Río de Janeiro, donde tuvo la oportunidad de visitar el impresionante monumento (una de las maravillas del mundo actual) «El Cristo Redentor«.
El hombre llegó tan impresionado por el monumento que un par de años más tarde no hizo otra cosa que comenzar a reunir fondos para la construcción de un monumento similar en su propia ciudad, Lisboa. Algo más de una década después alcanzó su objetivo y se comenzó con la construcción de la inmensa estructura, el resultado fue este:
Nada más y nada menos que un pedestal de 82 metros de altura, y un Cristo de más de 28. En su conjunto, el monumento alcanza los 110 metros de altura y lo convierte en una de las estructuras más altas de toda Portugal.
Pero no es sólo el Cristo y el pedestal lo que podemos encontrar en aquel lugar. También hay una cruz en alza enorme y una virgen María portando un gran Rosario y en posición de alabanza a su señor, todo de proporciones gigantescas.
Por si ya de por sí los monumentos no fueran suficientes, este lugar es uno de los mejores miradores de la ciudad de Lisboa, desde donde podemos contemplar, desde el otro lado del río, prácticamente toda la urbe en panorámica.
Nos tumbamos a la sombra en el pequeño «monte de los olivos» bajo uno de aquellos árboles para respirar un poco de la paz que allí reinaba. A pesar del calor, otras muchas personas iban y venían haciendo lo mismo que nosotros. Lamentablemente no teníamos mucho tiempo más para pasarlo allí y tuvimos que marcharnos, pero es un lugar tranquilo en el que disfrutar de una inmensa paz, tanto exterior como interior.
LA VERDADERA MAGIA DE LISBOA
Pero os puedo asegurar que lejos de monumentos, lugares históricos o edificios, la verdadera magia de Lisboa reside en otra cosa difícil de explicar. Podría ser su estilo, su ambiente o incluso su gente, o tal vez una mezcla única y personalizada de todo ello en conjunto.
Nosotros mientras tanto seguimos esperando impacientemente que la situación sanitaria global empiece a estabilizarse y podamos seguir viajando y descubriendo cada rincón de este mundo con toda la mayor seguridad posible.
¡Hasta prontísimo Lisboa!