Nom Pen, la «Perla de Asia»

Al menos, así estaba considerada allá por 1920, cuando Camboya se encontraba bajo el control de los franceses. Hoy en día, en mi opinión, ya no brilla tanto como tal vez antaño hiciera. Durante el cruento y sanguinario régimen de los Jeremes Rojos (de los que hablaré largo y tendido próximamente), Nom Pen fue prácticamente vaciada y casi abandonada, y algunos de sus edificios más emblemáticos e importantes destruidos.

Calles oscuras de Nom Pen
Casi desiertas calles a la hora de mi llegada, sobre las 5:15 la mañana
Los más madrugadores de Nom Pen

Muy probablemente se debe a su privilegiada situación geográfica el hecho de que Nom Pen sea tan importante, más allá de ser la capital del país. Se encuentra enclavada en la confluencia de tres ríos: el Tonlé Sap, el Bassac y el Mekong, que es uno de los ríos más largos e importantes del sudeste asiático, además de ser el octavo más largo del mundo. Esto le da a Nom Pen la ventaja de ser un importante puerto fluvial.

Nom Pen mapa
Nom Pen, entre ríos

Nom Pen (o Phnom Pehn) es la actual capital de Camboya. Con unos dos millones doscientos mil habitantes aproximadamente entre su centro y el área metropolitana, Nom Pen es la ciudad más poblada del país con mucha diferencia (por detrás estaría Takeo, que no llega al millón de habitantes).

Edificio Cubo Nom Pen
Un hotel con un divertido diseño a lo «cubo de Rubik»

Como conductor profesional en España, con miles de horas al volante alrededor del sur y centro de Europa, no es de extrañar que uno de los puntos que más pronto me llamaran la atención de cada lugar por el que he ido pasando en este viaje haya sido «la caótica forma de conducir» que impera en estas latitudes.

En las rotondas, la preferencia no es de quién ya está en ella, sino del que va a entrar
Motos en ciudad Nom Pen

Todo se amplifica si pasas a una ciudad con varios millones de habitantes, como es Nom Pen. El número de vehículos (y sobre todo, de motocicletas) se multiplica por decenas, y las calles se convierten en auténticos hormigueros de vehículos contaminantes. He de decir, respecto a la forma de conducir y a la organización, que en Tailandia noté algo más de coherencia y organización que en Camboya, pero nada que se acerque siquiera al estilo europeo.

La polución extrema y sofocante se volvió a hacer latente en Nom Pen, como ya lo fuera antes en Bangkok. Y esto debido no sólo a la cantidad de vehículos que inundan sus calles, sino más bien al estado de los mismos, la mayoría extremadamente viejos y desfasados, y por ende mucho más contaminantes de lo que debieran.

En mis cinco jornadas en la capital camboyana, tuve tiempo de «perderme» recorriendo la gran ciudad. Al moverme por la parte más al este de la misma, en la pequeña «isleta» donde el Mekong y el Bassac vuelven a separarse, pude percatarme claramente de dos cosas:

Primera: toda esa parte de la ciudad estaba repleta de chinos. Cuando digo chinos, no me refiero a los animales, entiéndaseme bien, sino a los ciudadanos de aquel país tan grande llamado China. Los había por todas partes, igual que sus comercios, y edificios, los cuales la mayoría estaban en construcción, por cierto.

Calle negocios chinos Nom Pen
Calla repleta de comercios chinos
Negocios chinos en Nom Pen

No penséis mal de mí, soy totalmente consciente de que hay más de 1.400 millones de chinos en el mundo, y que existen grandísimas comunidades de ellos en muchísimos países de todo el globo, incluido el mío, España. Pero si hago incapié en esta parte de la ciudad en concreto es porque no noté tal presencia de ellos en otras áreas de la misma, al menos no en semejante cantidad.

Segunda: toda esa preciosa parte de la ciudad está sufriendo un increíble proceso de construcción de grandes edificios, hoteles, casinos, etc… Mirara en la dirección que mirara, no era capaz de ver otra cosa sino edificios en construcción, unos más grandes y otros más pequeños, unos de diseño plano y otros mucho más originales. Por todos los flancos se alzaban las grúas, como espectadores privilegiados y únicos de las vistas al Mekong y el Bassac.

Así es como se ve prácticamente toda aquella parte de la ciudad

Fue en ese preciso instante y no otro, cuando en mi mente se terminó de materializar, como si llevara ya tiempo gestándose, la poco esperanzadora pregunta: después de todas estas cumbres contra «la emergencia climática», la contaminación y la salvaje extracción de recursos naturales, ¿quién será el valiente que venga y le diga ahora a esta gente que deben de parar esto? Que no pueden seguir así. ¿Que el progreso que están llevando a cabo y del que nosotros venimos disfrutando en Europa desde hace ya décadas, lleva irrefutablemente a la destrucción y extracción de los recursos del planeta?

Y más importante que la pregunta; ¿cómo será la reacción de países como Camboya, que después de siglos de miseria y decadencia, se ven ahora levantando la cabeza y «acercándose» al estilo de vida occidental? Más aún si la «exigencia» procede de los países que más han contaminado históricamente y los que por más tiempo han disfrutado del llamado «progreso y bienestar social». Yo más o menos puedo hacerme una idea clara de cual sería la respuesta y la reacción, y ahí tenemos a China como ejemplo.

Al caer ya la tarde, encontrándome yo en la plaza de la estatua de «Yeay Pehn«, muy cerca del «Memorial Park» y del templo «Wat Phnom«, me percaté, de casualidad, de la preciosa puesta de sol de la que podía ser testigo desde allí, así que no me lo pensé dos veces y me puse a fotografiar la escena.

Puesta de sol en la plaza Yeay Pehn
Puesta de sol en plaza de «Yeay Pehn»
Puesta de sol en Nom Pen
Final de la puesta de sol

En esta ciudad se produciría mi vuelta a los gimnasios. Soy consciente de lo difícil que puede ser encontrar lugares en condiciones, y a un precio asequible, cuando se está viajando. En este caso, encontré un gimnasio que por sólo 2.000 riels (0,40€) al día, pude entrenar durante los cinco días en los que estuve en Nom Pen. Las condiciones del gimnasio eran más bien regulares para ser honestos, había que recorrerse medio gimnasio para encontrar dos mancuernas del mismo peso, y algunas máquinas eran más viejas que «el bostezar», pero para volver a la rutina después de meses parado y hacer un entrenamiento «light», a mí me sirvió.

Gimnasio de Nom Pen
Manteniéndonos en forma

En días posteriores tendría la suerte de conocer en mi hostal a dos personas de esas con las que da gusto compartir tiempo y lugares. Así que con el serbio «Marko» y la holandesa «Tina» pasé los siguientes dos días en Nom Pen visitando lugares y recorriendo la ciudad.

Nota: por desgracia, no tengo ninguna foto con ninguno de los dos, ni nos acordamos de echarnos una juntos.

Paseo marítimo Nom Pen
Paseo paralelo al río Mekong

Empezamos recorriendo el paseo que transcurre paralelo al río Mekong mientras charlábamos y decidíamos en qué lugares podríamos consumir nuestro tiempo aquel día. El paseo es bastante concurrido de gente y lejos del caos del tráfico y la gente del centro, es un lugar perfecto para relajarse caminando y contemplando el paisaje que ofrece el río y los alrededores.

WAT PHNOM

Templo Wat Phnom
Escaleras de acceso al templo

Cuenta la leyenda que Daun Penh, una viuda rica, encontró un gran árbol koki en el río. Dentro del árbol encontró cuatro estatuas de bronce de Buda. Daun Penh construyó un pequeño templo en una colina artificial construida por los habitantes del pueblo para proteger las estatuas sagradas. Este templo se convertiría en un lugar sagrado y santuario donde la gente haría bendiciones y rezaría.

Guardianes templo Wat Phnom
Guardianes del templo

Cierta o no la leyenda, lo cierto es que el templo es actualmente el más grande de Nom Pen. La entrada para la visita cuesta 1 dólar y el horario de visita es de 7 de la mañana a 6 de la tarde. La verdad es que por el precio que cuesta, la visita merece la pena.

Interior templo What Phnom
Interior de «Wat Phnom»
Curiosas «guardianes» del templo

La visita a este templo no lleva mucho más de una hora, incluso deteniéndose a contemplar los detalles del mismo.

CHROUY CHANGVA, LA ISLA DE NOM PEN

Mapa isla Nom Pen

Estuve leyendo en algunos blogs que si uno quería conocer, y ver con sus ojos, la vida «local» en Nom Pen, debía pasarse obligatoriamente por «la isla». Así que cogimos un «Grab» (aplicación tipo Uber, pero en Asia) y por la friolera de 0,50€ cada uno nos plantamos allí en un taxi/tuk-tuk.

Vida «local» vimos más bien poca, pero al menos pudimos visitar totalmente gratis un templo budista de lo más original, con forma de barco, llamado «Wat Sampov».

Templo budista forma de barco
Templo en forma de barco

Una vez visto el templo, nos fuimos a recorrer un poco la isla, hasta que dimos con una calle muy tranquila, repleta de amuralladas casas y chalets de lujo a cada lado de la calle. Mientras andábamos, decenas y decenas de casas de lujo de todo tipo y diseño iban pasando por nuestras retinas. A día de hoy aún desconocemos a quien pertenecen todas aquellas villas enclavadas en la isla, pero apostábamos el pellejo a que ninguna pertenecía a nuestro conductor de tuk-tuk.

Casas de lujo Nom Pen
Casas lujosas Nom Pen
Chalet Nom Pen
No es una penitenciaria, es un chalet
Con garita de seguridad incluida
Campo de fútbol Nom Pen
Campo de fútbol en muy buen estado entre hoteles y edificios

Seguimos caminando por la calle totalmente desierta entre casas y chalets de lujo a un lado y al otro. Por fin, una vez terminada la calle, giramos a la izquierda y encontramos la «vida corriente» de la isla. Tal y como decían los blogs, por allí no había señales de turista alguno, sólo locales viviendo su día a día como buenamente pueden. Llegamos al típico mercado local y nos adentramos para ver qué nos encontrábamos.

Frutas y verduras de todos los tipos
También había carnes
Frutería mercado Nom Pen
Durmiendo entre verduras…

Cabe mencionar también, que hicimos el intento por visitar el famoso palacio real de Nom Pen. Y hasta tal punto lo hicimos que nos presentamos allí, con todas nuestras ganas, y contentos, contentos hasta que nos dijeron que la entrada costaba 10 dólares. Nos miramos entre nosotros, hicimos una «reverencia real» y les dijimos que volveríamos «el día del plebeyo» a ver si encontrábamos algún descuentito.

Palacio Real Nom Pen

La verdad es que aunque el complejo es grande y el lugar histórico (residencia actual de los reyes de Camboya), no estábamos dispuestos a pagar semejante cantidad de dinero, mucho menos por una causa «real».

Contraste entre templos y modernos edificios en obras en Nom Pen
Templos y rascacielos Nom Pen

Y llegado el final del día, después de una larga jornada de caminatas y visitas, no nos quedaba otra que recompensar y mimar nuestros queridos cuerpos. Y qué mejor que hacerlo que comiendo en un restaurante especializado en mi plato revelación: ranas a la plancha.

Restaurante Hot Frog Nom Pen
Ranas fritas plato
Así da gusto acabar el día 😀

Al día siguiente, el grupo de tres amigos se separaba tristemente tomando cada uno caminos distintos: Tina cogía un autobús con dirección «Kompung Tralach«, Marko, un avión hasta Siem Riep, con el fin de visitar los templos de Angkor, y a mi me esperaba otro bus nocturno de 7 horas hasta la caótica ciudad costera de Sihanoukville, en el sur del país, donde el impacto del «capitalismo» chino convertiría este lugar en el que peor imagen me ha estampado en lo que llevo de viaje.

Dos imperturbables monjes budistas entre el ruido y el caos de Nom Pen
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