Seguramente cuando escucháis la palabra «Transilvania» os viene a la mente un oscuro y lóbrego paraje donde a la luz de la luna llena se alza un negro castillo sobre una loma. Rodeados por una espesa niebla y un viento frío, las puertas del castillo se abren y cientos de murciélagos salen volando como escapando de los latigazos de su amo.
Gracias a las películas y dibujos animados, también yo guardaba esa oscura imagen de aquella siniestra y célebre región de Rumanía, país natal de mi cuñado y su familia, donde en febrero del año pasado pudimos hacer una corta escapada de apenas dos semanas. A pesar de toda esa propaganda, el recuerdo que me llevo de aquel lugar tras la corta visita es muy diferente.
Visitamos las regiones de Banato y Transilvania, al oeste y el centro del país, y dentro de ellas algunas ciudades como Timișoara, Bistrița o la preciosa Sibiu. La región en la que más tiempo pasamos fue precisamente la del Conde Drácula; Transilvania, de la que os hablaré hoy largo y tendido, sobre todo de sus increíbles paisajes y parajes naturales.
Como he dicho antes, llegamos allí a principios de febrero, así que el frío y la nieve todavía no habían abandonado estas tierras. Más bien al contrario, algunos días nos calló la nieve literalmente encima.
EL LAGO COLIBITA
Durante un largo recorrido por la sierra del distrito de Bistrița-Năsăud, entre pinares y montañas totalmente nevadas, fuimos a parar a uno de los lugares que más me sorprendió por su enorme belleza: el lago Colibița.
Según mi cuñado y su hermano, a pesar de encontrarnos frente a un panorama precioso, en los meses de primavera o incluso verano el paisaje se transformaba en algo todavía mucho más bonito, con todas las montañas del fondo teñidas de verde, y la naturaleza en todo su esplendor.
A pesar de aquello, a mí aquel valle, con el lago al frente y un paisaje de montañas al fondo, me enamoró por completo.
EL VERDADERO CONDE DRÁCULA
Imagino que con la abundante llegada de rumanos a nuestro país, a ninguno se le escapará ya de donde se inspiraron para crear la historia del vampiro Drácula que nos mostraban en películas y dibujos animados. El verdadero Drácula se llamaba Vlad Tepes (Vlad el Empalador), y fue un príncipe y gobernante rumano nacido en el siglo XV precisamente en la región de Transilvania.
La historia del vampiro chupasangres viene dada debido a que a este simpático príncipe, además de tener una profunda tendencia a empalar salvajemente a cualquiera que le arruinara un poco el día (se estima que empaló a decenas de miles de personas), acostumbraba también a beberse la sangre de aquellos que empalaba, sentado frente a ellos, mientras los veía morir.
Otros cuentan que dejaba empalados los cuerpos de sus víctimas durante largo tiempo para amedrentar la llegada de los invasores otomanos, que huirían despavoridos al ver los cuerpos de miles de personas empaladas en los bosques y campos.
SIBIU, LA CIUDAD MÁS BONITA DE TRANSILVANIA
Rumanía no es un país excesivamente grande, pero ciertamente dos semanas no son tiempo suficiente ni para ver una cuarta parte del mismo. De las pocas ciudades que pudimos visitar, Sibiu fue para mí, con diferencia, la más bonita de ellas.
Al sur de la región de Transilvania, haciendo frontera con las regiones vecinas de Oltenia y Multenia, se encuentra el distrito de Sibiu. Su capital, la ciudad que luce el mismo nombre (Sibiu) es una de las mejores conservadas del país tras la dictadura comunista y su posterior revolución en 1989.
Durante muchísimos años, y hasta hace tan sólo medio siglo, la ciudad de Sibiu estaba habitada mayoritariamente por población alemana. Todavía se puede apreciar esta influencia en el estilo arquitectónico de muchos de sus edificios y plazas.
A pesar de no contar con más de media jornada para recorrer la preciosa Sibiu (bajo sus tejados «espías»), me encantó recorrerla y ver el colorido de sus casas, calles y plazas.
MINA DE SAL EN TURDA (SALINA TURDA)
La Salina Turda es un lugar especial que por falta de tiempo no pudimos disfrutar de forma precisa ni sacar unas buenas fotos, aún así haré lo que pueda para describirla de la mejor manera posible.
Esta enorme mina de sal ha sido explotada casi sin interrupción durante casi mil años (desde el año 1075 hasta el 1932). Después se convirtió en un destino turístico para locales y extranjeros, reformándola y transformándola en una especie de parque temático.
Desde parques infantiles a tiendas de refrescos y bebidas, cafés, mesas de ping pong, billares, máquinas de videojuegos… todo enfocado al entretenimiento a cientos de metros bajo el suelo donde hace un siglo tan sólo había rudos mineros que sacrificaban sus vidas en aquellos profundos agujeros para extraer la sal.
Debido a la baja luminosidad y la calidad del móvil las fotos no hacen verdadera justicia a aquel lugar, por ello os invito que os paséis por Google Imágenes y escribáis «Salina Turda» para haceros una verdadera idea de la grandeza de aquel lugar.
PISTAS DE SKI COCOS DE BISTRITA
Seguimos con el recorrido de grandes lugares y paisajes subiendo a lo alto de las Pistas de Ski «Cocos» de Bistrița.
A pesar de que me encanta esquiar (aunque sólo lo he practicado un par de veces), en esta ocasión no tuve la oportunidad, pues no veníamos con esa intención.
La estación cuenta con una pista única de baja dificultad, perfecta para cualquier persona que se esté iniciando en esta actividad y niños de muy corta edad.
Y tras lanzarnos unas bolas de nieve y disfrutar del precioso paisaje desde las alturas de las montañas de Bistrița, volvimos a la ciudad de Timișoara para pasar unos días más y coger un avión de vuelta a España, donde me fui preguntándome cuándo podría volver al país rumano para recorrerlo con más tranquilidad.
¡Espero que sea pronto! 🙂