Llevo una semana de vacaciones en Mojácar. Y no estoy mal, no os quiero engañar, pero resulta que Mojácar ha sido mi destino vacacional durante la mayor parte de mi vida (que no son pocos años ya).
Mis padres tienen una casa allí, y a pesar de ser un destino de lujo para muchos extranjeros e incluso españoles de otros lugares del país, yo lo tengo un poco aborrecido ya.
Mi idea para las próximas semanas era realizar un «Road Trip» (un viaje por carretera) con mi coche y tenía en mi mente viajera dos opciones muy apetecibles para ello:
- Un viaje de unas tres semanas alrededor de la península ibérica (España, Portugal y Andorra), visitando algunas de las ciudades más bonitas del sur de España como Granada, Córdoba, Cádiz o Sevilla, para después entrar al país luso por la parte sur (Faro, Albufeira…) e ir recorriéndolo de parte a parte hasta volver a entrar a España por Galicia, y de ahí franquear el norte del país hasta llegar a Andorra, parando en diferentes lugares de las provincias de Asturias, Cantabria o Navarra y el País Vasco. Desde allí volvería hasta Almería quizás por la costa levantina, o por el centro del país, pasando por la capital y visitar allí a unos cuantos amigos.
- La segunda opción era sin duda alguna la que más me agitaba el corazón. Realizar un viaje en coche desde Almería hasta Roma, cruzando varios países como Francia, Mónaco, Italia y El Vaticano y visitando ciudades como Valencia, Marsella, Cannes, Mónaco, Génova, Pisa, Florencia, y la misma Roma. Allí contemplaría otra de las maravillas del mundo moderno como es el Coliseo Romano, admirado por todo viajero, y probaría la pizza napolitana en su más pura esencia mientras me dirijo a visitar la ciudad perdida de Pompeya.
Ambas opciones sonaban genial en mi cabeza.
¿Y por qué no te vas? Por la situación sanitaria que estamos viviendo.
Como es lógico, después de quedarme atrapado más de 10 semanas en Kuala Lumpur, la capital de Malasia, lo último que me apetece ahora es volver a quedarme atrapado otra vez en cualquier parte del mundo, lejos de mi casa. Y sin querer ser pájaro de mal agüero, la situación no pinta especialmente bien para los próximos meses.
De todas formas Mojácar no está mal, si lo que te gusta es la playa, el buen tiempo y la fiesta.
Como yo no soy persona de pasar muchas horas rebozado en la arena, intento descubrir los rincones más desconocidos de este famoso lugar (los más fiesteros a llaman la Ibiza de la península).
Aunque si lo que buscas es tranquilidad y relax, el pueblo de Mojácar, a poco más de un kilómetro de sus playas, te ofrece la posibilidad de tomarte un café en una de sus terrazas mientras disfrutas de unas vistas privilegiadas de todo el valle.
Mojácar está considerado uno de los pueblos más bonitos de Andalucía y si me apuras, yo diría que de toda España. Pasear por sus estrechas calles pintadas de blanco, sin más preocupaciones que esperar el paso del tiempo para contemplar la maravillosa puesta de sol desde cualquiera de sus altas terrazas, es algo que merece la pena destacar.
El estilo de su arquitectura y su posición geográfica son un claro reflejo de su pasado árabe. Enclavada en una alta colina entre la roca, sus blancas casas (construidas y pintadas así tras una normativa de 1960) son todavía un resquicio de la larga conquista árabe del sur de España.
A pesar de haber visto muchos amaneceres alrededor del mundo, puedo decir casi con seguridad que pocas se igualan en belleza a los que se contemplan desde esta parte de la costa en verano. Para prueba una foto.
Como he dicho en el comienzo del artículo, si no fuera porque año tras año mis pies se han posado en el mismo precioso lugar, y mis ojos se han terminado acostumbrando a tan privilegiada vista, ahora mismo estaría escribiendo una entrada muy diferente, seguramente presumiendo de poder pasar un verano en un sitio tan especial. Pero a todo se acostumbra uno, para bien o para mal, y lo mismo terminamos cogiéndole cariño a la soledad de una celda que olvidándonos de apreciar la belleza de un amanecer.
FESTIVIDAD DE LOS MOROS Y CRISTIANOS
Y aunque este año se han cancelado, en junio se realiza la festividad de los Moros y Cristianos, que conmemora la pacífica rendición de los musulmanes de la ciudad de Mojácar ante los Reyes Católicos.
Como parte de la festividad se realizan unos desfiles de disfraces de una belleza única en el mundo, donde decenas de miles de personas se congregan para disfrutar de los pasacalles y la posterior fiesta nocturna.
Además de los desfiles, se realizan espectáculos y actuaciones que a pesar de no ser yo un experto en todas ellas (aunque me pondré a ello), simbolizan batallas y eventos históricos en esta larga guerra entre musulmanes y católicos.
GEN VIAJERO VS SENTIDO COMÚN
Y aunque como podéis ver, no estoy para nada mal, en mi mente como si de Moros contra Cristianos se tratara, se libra una enorme batalla. Por un lado está el gen viajero, que me dice: «vete ya y no pienses en nada más» y mi sentido común, que replica: «no es el mejor momento para irse de viaje, quédate a ver que pasa«.
Mientras tanto sigo disfrutando de mi tierra y de mi tiempo libre, que reparto entre la lectura (estoy leyéndome la mítica saga del GRAN J.R.R. Tolkien «El señor de los anillos»), algunas playas y calas de la provincia desconocidas hasta ahora para mí (como la Playa del Mónsul, Los Genoveses, Los Escullos…) y alguna que otra salida nocturna con los amigos y la familia, además de pasear por las mañanas con mi perrita Kiara por la playa. Tampoco puedo dejar de recomendar la visita al Minigolf Albatros, a orillas de la playa, donde paso unos momentos más que agradables.
Veremos en qué queda la batalla finalmente, porque estas vacaciones de jubilado me están desesperando un poco últimamente.
{Gen Viajero vs Sentido Común}
